Dedíquense a la oración

“Dedíquense a la oración: perseveren en ella con agradecimiento” (Colosenses 4:2 NVI)

La vida espiritual de un cristiano, depende fuertemente de la oración. porque al orar estamos declarando nuestra dependencia total en Dios, en Su fuerza y en Su provisión. Es un reconocimiento que Dios es la fuente de todo poder.

Mahatma Gandhi, defensor de los Derechos Humanos en la India, nos dejó este pensamiento sobre la oración: “La oración no es únicamente para pedir. Es un anhelo del alma. Es la aceptación diaria de la debilidad. Es mejor en la oración tener un corazón sin palabras que palabras sin corazón”.

Muchas personas oran sólo en tiempos de tensión, peligro o incertidumbre, pero Cristo enseñó a sus seguidores que oraran siempre (1 Tesalonicenses 5:17). La oración es constante y en toda circunstancia. La oración no es una fórmula o una la recitación de palabras que nos garantice la solución de nuestros problemas o dificultades. La oración es una actividad interna que sustenta todo lo que hacemos, es un enfoque en las cosas celestiales, es un acercamiento con nuestro padre. La oración es esencial no sólo para tener una conexión con Dios nuestro Señor, sino también para enfrentar el día a día con seguridad, confianza y fuerzas renovadas. Por medio de la oración honesta y sincera, recibimos amor, potestad y fortaleza de nuestra Padre Celestial. Cuando oramos, vemos nuestras circunstancias de una manera diferente y nos impulsa a seguir adelante sabiendo que Dios está con nosotros y nos sostiene.

Reserva un tiempo de tu día para estar quieto y escuchar Su voz, abrir tu alma, poner tus pensamientos delante de tu creador, decirle cuáles son tus miedos, tus dudas, tus anhelos, tus batallas.

Hagamos de la oración un hábito en nuestras vidas, no perdamos ocasión de hablar con nuestro Padre en cualquier circunstancia—tiempos buenos, tiempos difíciles, nuestro tiempo con Dios no tiene límites. Ora, invítalo a entrar en tu vida, que sea Él quien dirige tus pasos y que te muestre el camino.