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Firmes en nuestra fe más que nunca.




Gina Rodríguez, Misión de Gracia.


Sin duda alguna, la incertidumbre es una característica de los tiempos que vivimos actualmente. Desde hace poco más de ocho meses que inició la crisis de salud, hemos tenido que enfrentar situaciones críticas, han pasado tantas cosas, hemos tenido que adaptarnos rápidamente a innumerables cambios en nuestro estilo de vida y finalmente caemos en cuenta que, no hay nada seguro. Perseverar en nuestra fe es lo mejor que podemos hacer ante la incertidumbre. Aunque las circunstancias sean adversas, seguimos bien plantados, inamovibles en nuestra fe.

Dios es el autor y perfeccionador de nuestra fe. La fe es la obra del Espíritu Santo que abre nuestros ojos para entender quién es Jesús, para mostrarnos cuánto lo necesitamos y crear en nosotros la capacidad de confiar en Él.

Pablo es una inspiración de cómo podemos vivir todos los días afianzados en la fe en Jesucristo. El autor de Corintios atravesaba situaciones extremadamente difíciles cuando escribió:


Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre” (2 Corintios 4:16-18 NTV).

Tener nuestra fe fundamentada en Jesucristo significa que hay un anhelo en nuestro corazón para conocerlo, significa mantenernos firmes aun cuando sea difícil entender nuestras circunstancias, significa someternos y alinearnos con los planes y propósitos que Él tiene para nosotros, significa confiarle por completo cada aspecto de nuestra vida, significa que Él es nuestra prioridad número uno y que Él es el centro de nuestra vida.

En momentos de dificultad, en momentos de adversidad y de incertidumbre, debemos recordar que somos hijos de Dios, y nuestra fe está anclada en Él, en Su amor y gracia. No ponemos nuestra fe en la humanidad, ni en las opiniones de los demás sino en Cristo Jesús que nunca cambia, que es eterno, que es nuestra roca fuerte y digno de confianza, Él es quien conoce nuestra vida desde el principio hasta el fin. Él nos ha dado todo lo que necesitamos para tener una fe inquebrantable e inamovible. En Él somos nuevas creaturas porque Él vive en nuestros corazones, transforma nuestro pensar y nos permite ver las cosas desde otra perspectiva, independientemente de las circunstancias que se nos presentan.

Cuando sientas que tu fe se debilita, concéntrate en la grandeza de Dios y en Su poder, confía en Su bondad y Su perfecto amor. Él quiere bendecirte y cumplir sus promesas en ti.

 
 
 

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