Seamos iglesia

“Tratemos de ayudarnos unos a otros para animarnos al amor y a hacer el bien. No dejemos de reunirnos, como algunos acostumbran hacer, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón cuando vemos que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24-25 NBV)

Meses y meses han pasado sin que podamos congregarnos, pero sólo porque no podemos reunirnos como antes, no significa que dejemos de hacer lo que tenemos que hacer como iglesia.

Sin duda, son tiempos difíciles para la Iglesia, mucho más, considerando que actualmente vivimos en una cultura altamente individualista. Solamente me preocupo por “mi”, todo gira alrededor de lo que “yo” quiero y lo que “yo” necesito. Hoy más que nunca necesitamos encontrar la manera de trabajar juntos para el Reino. No es suficiente escuchar los sermones del domingo, necesitamos involucrarnos en algún ministerio, en algún proyecto, en algún estudio bíblico. Necesitamos servir a nuestra comunidad y poner en práctica nuestra fe, ser generosos con nuestro tiempo y con nuestros recursos. La generosidad no se detiene por la pandemia, la generosidad no se detiene por el hecho que no nos estamos reuniendo físicamente en nuestro edificio.

Como seguidores de Cristo tenemos la responsabilidad de servir y ayudar a otros. Muchas veces vemos que hay una necesidad y nos quedamos esperando que el pastor la atienda. Esto es contrario a los planes de Dios. Así no funciona la Iglesia. Cada uno de nosotros tenemos dones y oportunidades para servir y ser generosos. Hay mucho que podemos hacer para generar cambios en la sociedad. Continuemos exhortándonos unos a otros, perseveremos, demos buen testimonio, alcancemos a personas que necesitan escuchar las Buenas Nuevas, busquemos a la gente que solíamos ver en la iglesia, oremos por ellas, contactémoslas por teléfono, enviémosles una carta, llevamos el mensaje de Jesús más allá de las paredes de nuestro edificio, reflejemos el amor de Dios en todo lo que hacemos y decimos.

Confiemos que, en medio de estos tiempos inciertos, Dios quiere discipularnos y trabajar en nuestras vidas. Quiero animarte a que seas generoso esta temporada, a que te involucres en tu iglesia, en tu comunidad, a que continúes dando amor y nos procuremos unos a otros, porque somos parte de la familia de Jesucristo.

El próximo domingo 20 de diciembre, tenemos programado un servicio presencial. Me llena de gozo y me siento inmensamente agradecida por la oportunidad de congregarnos—aunque sea una vez al mes, para poder alabar y adorar a Dios nuestro Señor en comunidad, orar, bendecir Su nombre y recibir el alimento espiritual que tanto anhelamos.